Del “know how ” al “how to know”

Photo by Microsoft Flight Simulator

Decía mi maestro y mentor que “uno no sólo cumple años para ser más viejo”, refiriéndose así a la sabiduría que confiere la experiencia por las muchas situaciones a las que asistes a lo largo de tu vida: bien sea como actor en primera persona o bien como observador con el privilegio de la cercanía.

Desde hace varios días se multiplican los mensajes de advertencia de la crisis económica que se nos avecina. Desde reputados organismos internacionales hasta agrupaciones locales alertan del parón en la actividad económica en varios sectores que –irremediablemente- afectará a nuestra sociedad, así que no me gustaría asistir a más lamentos de la cuenta a la vuelta del verano: estamos advertidos y metidos de lleno en una nueva crisis económica de la que tardaremos en salir.

No sé a ustedes, pero a mí me sientan muy mal las actitudes y discursos victimistas, sobre todo cuando quienes los enarbolan son adultos y con suficientes atribuciones y responsabilidades en su haber como para haber influido decididamente y paliar de alguna manera el desastre o -en todo caso- mitigarlo en mayor o menor medida. Si nos referimos a la coyuntura económica, volvemos a un escenario peor aún que en 2008, y creo poder asegurar que no hemos aprendido nada de aquel “susto”: hemos seguido endeudándonos tanto como nuestras circunstancias nos han permitido, y además ahora las empresas están renqueantes por las conocidas circunstancias de los últimos meses.

A nivel individual me sorprende la cantidad de amigos y conocidos que tengo y que han olvidado la fábula de la hormiga y la cigarra. No queremos, no sabemos o no podemos renunciar a nada; ya desde jovencitos nos inculcan los derechos que tenemos, todo lo que la sociedad nos debe… todo público y “gratuito”, y –salvo en contadas excepciones- nadie nos educa en la mesura y el esfuerzo, en cuidar y mirar por lo que tenemos, en nuestras obligaciones como personas y miembros de la sociedad. Y llegamos a adultos sin que nadie nos despierte del “discurso de los derechos”, del “sólo se vive una vez” o del “me lo merezco”. Conozco casos de jóvenes que cuando entraban en un despacho a entregar su CV y pedir trabajo eran ellos mismos los que preguntaban a su interlocutor cuánto iban a ganar y qué horario y cuántas vacaciones iban a tener, con el fin de valorar si el puesto de trabajo les convenía o no; y seguro que alguno de ustedes conoce -como yo- el caso de algún progenitor que prefería que su hijo (con FP) estuvieran en casa bajo su protección antes de ir a trabajar a un taller por 1200€/mes.   

A nivel público, y por centrarnos sólo en este Siglo XXI, hemos tenido gobernantes y administraciones de distinto signo político. Sin entrar a valorar los resultados económicos de cada uno (ahí están y cada cual que saque sus conclusiones), hay algunas cosas en las que todos han coincidido: los políticos siempre se suben el sueldo, no renuncian a una dieta (que me perdonen las escasas excepciones) y -lejos de adelgazar el tejido adiposo de la administración- podríamos afirmar sin errar demasiado que han convertido a España en un país con obesidad mórbida en lo que a estructura de las distintas administraciones se refiere. Hemos votado a unos políticos (porque les hemos votado nosotros) que no han administrado bien nuestros bienes, que en cualquier empresa privada de un dueño responsable durarían un ejercicio contable antes de salir por la ventana o por la puerta de atrás. Sus decisiones, acertadas o erradas, las pagamos nosotros, pero ahí siguen, y es nuestra responsabilidad.

A nivel empresarial, en mi opinión estamos sufriendo las consecuencias de políticas que se han preocupado poco de cuidar a los que generan empleo:

  • Por una parte, estamos mordiendo la mano que nos da de comer, o matando las gallinas de los huevos de oro que son las grandes industrias, auténticas cabezas tractoras de un gran tejido empresarial. Hemos comprado discursos demagógicos y simplistas que atacan la viabilidad de las empresas, y que les hacen imposible sobrevivir en entornos donde no son queridas. Decisiones y opiniones políticas en lo concerniente al ecologismo o la movilidad afectan decididamente al desarrollo industrial y a la economía de un país como España. Queremos una energía verde, un aire limpio y unas ciudades sin coches, ni aviones contaminantes… y todo tendrá consecuencias si el sentido común no impera en la toma de decisiones.
  • Por otro lado, creo que las distintas administraciones están ahogando a las PYME, que son la base del sector económico en este país. En mi humilde opinión hemos llegado a un punto en el que ya no podemos esperar la ayuda de los distintos gobiernos o administraciones para con este sector, sino que me conformaría con que no molestaran más de la cuenta y no se cebaran con los dueños de pequeñas y medianas empresas: si no van a escuchar sus peticiones, al menos no les pongan más obstáculos en su camino.
  • Por último, y lamento repetirme, muchas empresas se han acomodado en discursos teóricos. Les dije hace unas semanas que en las empresas se basa todo en 2 conceptos: beneficios para la empresa y satisfacción para el cliente, y esto funcionaba bien hasta que empezaron a llegar nuevos discursos que hablaban de cómo había que hacer las cosas, que todo lo que se había hecho hasta la fecha estaba mal. Lamentablemente alguien compró aquel discurso (a nivel general) y pasamos a tener al frente del negocio a personas faltas de experiencia y capacidad; supongo que muchos de ustedes lo habrán padecido, y permítanme que les diga que a mí me recuerda bastante a los comentaristas de un partido de fútbol, cuando un teóricos como Jorge Valdano o Ángel Cappa critican el juego del Real Madrid mientras este equipo se merienda a la Juve o al Liverpool y suma una nueva Champions: “no se puede ganar así, el resultado no es lo importante, lo importante es la manera de jugar, la posición en el campo, la asociación…” pregúntenle a los aficionados de un equipo si prefieren la Copa o el juego bonito y la asociación entre sus jugadores (si es que tuvieran que elegir). Aragonés decía que lo que importa en el fútbol es ganar, ganar y ganar, y después… ganar (no voy a recordar aquello de «por lo civil o por lo criminal»)

Hemos pasado del discurso del “know-how” al del “how to know”. En los últimos años he asistido a conversaciones que me recuerdan una anécdota de mi época de estudiante: durante un verano asistí en casa de un amigo a una barbacoa con otras personas entre las que se encontraba un veterano piloto de Iberia. En un momento dado, otro chaval -más o menos de mi edad- empezó a vanagloriarse de ser un crack en el Flight Simulator (no sé por qué tantos chavales por aquel entonces estábamos enganchados a los simuladores de aviones) y empezó a explicarle al piloto de Iberia cómo tenía que “aproximar” en el aeropuerto de Tenerife Sur. El piloto de Iberia (que además había vivido muchísimos años en Tenerife) asistía a las explicaciones del experto sin intercambiar palabra, con abnegación, con todo el respeto y saber estar para no quitarle al chico la ilusión de haber dado una clase magistral de vuelo a todo un veterano piloto.  

En estos últimos años la sociedad ha cambiado y no siempre para mejor. Algunos –entre los que me encuentro- vemos con recelo que alguien que nunca ha toreado nos explique cómo tenemos que hacerlo. Siempre digo que desde el día en que cambiamos la costumbre de llevar al cliente a almorzar en un buen restaurante una buena lubina por un modesto catering de sándwiches y agua mineral en la misma mesa de trabajo donde hacemos las reuniones las cosas no pueden ser lo mismo. Y ese discurso es el que tenemos implantado en muchas empresas y en la sociedad, han llegado los mocinos (como los llama un compañero) que no han estado en su vida al frente de un proyecto para decirles a experimentados directores de proyecto que lo están haciendo todo mal, pero –eso si- sin aportar ninguna solución efectiva.

Siento el discurso tan pesimista, pero creo que debemos ser realistas y darle la razón al recordado Misael cuando decía “los equivocados somos nosotros”. Y somos nosotros por sacrificarnos, por trabajar sin rechistar en aras al trabajo hecho desde la buena conciencia, y permitir que en la sociedad, en la administración y en las empresas se haya impuesto el discurso de los Valdanos y Cappas; por aceptar sin protestar que nos impongan discursos que ya conocemos de antemano y que sólo sirven para mantener a los comentaristas TOP definidos con el conocido “ni una mala palabra ni una buena acción”. Hemos aceptado sin rechistar las diatribas demagógicas de los políticos defendiendo antes discursos buenistas que los intereses de nuestro desarrollo industrial y económico, y hemos vendido de buen grado nuestro futuro a cambio de prejubilaciones, subvenciones y ayudas que no van a servir ni para paliar el presente.

Seamos realistas y preparémonos para lo duro: si estuviéramos en el Tour esta sería la etapa del Alpe d’Huez y hay que pasarla para llegar a París… los mediocres se apearán de la bici o incluso se atreverán a ir en el coche diciéndonos que no pedaleamos bien. Preparémonos y trabajemos para pasar las dificultades de la mejor manera posible y llegar a la cima… pedalada a pedalada.

NOTA: Publicado en LinkedIn el 2 de julio de 2020

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