
Seguramente que todos hemos oído hablar de la estafa piramidal, un modelo de negocio -considerado ilegal en muchos países- basado en un conjunto creciente de participantes que van aportando dinero a la “sociedad”: para que el esquema se mantenga, el número de nuevos participantes tiene que ser superior al de los incautos atrapados dentro del negocio. Este “modelo de negocio” recibe en ocasiones también el nombre de Esquema de Ponzi, en honor a un inmigrante italiano que lo puso en práctica en EEUU en las primeras décadas del siglo XX, y se basa en el reparto de unos supuestos beneficios con cargo a los ingresos de los nuevos inversores que se van sumando a la operación. Así pues, no hay un negocio como tal del que se obtengan beneficios, sino un fraude o engaño aceptado por los inversores de manera inconsciente o consciente. Les adjunto un vídeo en el que Leopoldo Abadía explica muy bien con un ejemplo el célebre caso Madoff:
Supongo que alguno de ustedes estará pensando que me he equivocado al decir que algunos inversores se meten en una estafa piramidal de manera consciente… y yo me reafirmo: hace años tuve que soportar a algunos amigos presumiendo de su habilidad como inversores al meter parte de sus ahorros en AFINSA y haciendo planes para la jubilación con los réditos que los sellos les iban a devolver. Yo intentaba hacerles ver que algo no encajaba, que –considerándome ignorante en la materia- me costaba creer que una entidad iba a devolver réditos muy superiores a cualquier banco u otro instrumento financiero, sobre todo tratándose de operaciones cien por cien aseguradas (al menos, eso decían). Afortunadamente no caí, porque sin ser un experto algo me decía que no podía ser tan sencillo dar el pelotazo, y así como en el momento de la inversión todo parecía cristalino y evidente para algunos (pero no para mí), meses más tarde tuve que aguantar a más de uno llorando los consabidos lamentos “no se podía saber”, “cómo iba yo a pensar que…”, “el gobierno tiene la culpa por permitirlo y tiene que devolvernos el dinero…”. En fin, creo que ganar dinero con inversiones no debe ser nada fácil, y hay mucha gente que se prepara para ello y aun así a veces se equivoca, así que recurran a profesionales si no quieren llevarse un susto con sus ahorros.
Volviendo al tema de las estafas piramidales, me llama la atención que siempre se cumplen una serie de premisas en todos los casos: falta de transparencia, rentabilidades anormalmente elevadas y garantizadas, siempre hay gente que cobra lo prometido, se suelen pagar comisiones por captación de nuevos socios y los inversores están siempre desprotegidos porque estos negocios no se registran ni en la CNMV, ni en el Banco de España, ni adheridos al Fondo de Garantía de Inversiones o Depósitos.
Pero a mi juicio lo más curioso es que, una vez que los inversores están dentro de este fraude, les interesa que los incautos se multipliquen porque sólo así podrán recuperar su dinero y obtener beneficios… aunque a veces sepan que el negocio en el que están metidos es una estafa, un alto riesgo y un hasta un delito.
Es curioso: he pensado que esta misma sociedad, en la que una buena parte de personas no tendría reparos en ganar dinero fácil a cuenta del timo generalizado hacia sus vecinos, puede tolerar también otras situaciones semejantes. Piensen por un momento en algunas empresas u organizaciones… o quizá en algunas administraciones: es habitual que cuando llega un nuevo jefe de sección o departamento se haga rodear de personas fieles con la condición de que apuntalen su posición, dándoles vía libre para que –a su vez- se rodeen de personas afines a la causa: ¿son necesarias esas personas para la empresa?, ¿son válidas?, ¿aportarán algo?… no importa, lo único que hay que asegurar en este hipotético caso es que los niveles de la pirámide sirvan para apuntalar la posición del vértice superior; y como en el fraude piramidal, una vez montado el entramado, a todos les va a interesar que esa situación se mantenga.
Hoy el diario eleconomista.es refleja que un español necesita trabajar 20 meses para alcanzar la remuneración anual de un alemán. Tal vez la causa de esta diferencia salarial, en mi humilde opinión, pueda estar en tener que soportar unas organizaciones piramidales altamente ineficaces que se multiplican por todas partes y que necesitan obtener recursos de cualquier manera y a cualquier precio para poder mantener a ese ejército de cargos y puestos que en realidad sólo son adoradores –diurnos y nocturnos- del jefe de turno.
Pero ojo, la estafa piramidal siempre tiene fecha de caducidad, inevitablemente el sistema implantado acaba desmoronándose: puede ser porque la desconfianza en recuperar la inversión cala entre los que están dentro y reclaman lo suyo cuando advierten el riesgo o puede ser porque la pirámide deja de crecer y así no hay nuevos pilares sobre los que sostener el entramado. En cualquier caso, podemos considerar que esta estafa siempre tiene fecha de caducidad porque no se sostiene, no hay un negocio o una generación de beneficio basada en una actividad, sino que es un timo.
Si tienen interés en ese asunto, les adjunto el enlace a este interesante artículo de Adolfo de la Torre:
Creo que en estos tiempos de incertidumbre, y dado que nos consideramos una sociedad madura, deberíamos demostrarlo y reflexionar: mirar a nuestro alrededor y analizar cuántas empresas, administraciones, organizaciones, etc… se parecen a la pirámide de Ponzi, porque ya sabemos cómo acaba la historia.