
Mientras nos acercamos al final del verano y nuestras vidas siguen afectadas por la incertidumbre el COVID-19 en forma de nuevos contagios, precaria y preocupante situación económica y empresarial, y una vuelta al curso escolar con una planificación manifiestamente mejorable, algunos aficionados al deporte aún tienen tiempo y humor para seguir la peripecia de Messi y su vinculación con el F.C. Barcelona.
Si les soy sincero, la acción de Messi solicitando la salida de su club me ha sorprendido como la separación en algunos matrimonios ejemplares; todas las acciones públicas de club y jugador en los últimos años hacían prever que Messi permanecería en el Barcelona tantos años como él quisiera, que sería uno más de los pocos ONE CLUB MEN con los que cuenta el deporte del fútbol.
El término ONE CLUB MEN tiene su origen en las islas británicas, y con él se denomina a aquellos jugadores que pasan toda su carrera deportiva en el mismo club. Son muy pocos -y con la evolución del fútbol moderno cada vez menos- los elegidos: notables jugadores que llegan a portar el brazalete de capitán, ejemplo para las promesas de la cantera y orgullo para sus aficionados. En Italia el término que se emplea para estos mismos jugadores es IL UOMO DELLA SCUADRA, y -como en Inglaterra- son venerados por la fidelidad al club en el que se han formado como deportistas y personas, y que los ha visto crecer y madurar. No es nada fácil pasar toda tu vida en un mismo club, empezar en categorías inferiores, llegar al primer equipo y mantenerse a ese nivel hasta el momento de la jubilación; en esa larga travesía -en mi opinión- se demuestra la categoría personal del protagonista en forma de trabajo, dedicación, pasión por tu club, fidelidad, honor y –sobre todo- el respeto ganado de tus compañeros, estamentos del club y afición. He encontrado este emotivo vídeo de Totti el día de su despedida de la ROMA, donde permaneció 25 años:
Pero llevándolo al sector empresarial, parece que la evolución de la sociedad -de las empresas y de los profesionales- está poniendo en serio peligro de extinción a los ONE COMPANY MEN. Para algunos no será difícil recordar los tiempos en los que una persona empezaba a trabajar en una empresa desde muy joven (antes incluso de cumplir los 18 años) y desde abajo, progresaba en la casa –si las cosas transcurrían con normalidad- y permanecía en ella hasta que le llegaba el día de su jubilación. No sé qué fue primero, si el huevo o la gallina, si hubo un cambio en la política de las empresas o un cambio en la sociedad a la hora de interpretar la vinculación profesional empresa-trabajador, pero esa figura del ONE COMPANY MAN, del hombre fiel a una empresa a lo largo de su vida laboral, no sólo ha pasado de moda, sino que en ocasiones está hasta mal vista en estos tiempos modernos.
Pero preguntémonos por qué: ¿por qué el modelo de unión estable empresa-trabajador ha pasado de moda? En mi opinión no hay sólo una causa, sino varias desde diversos puntos de vista.
En primer lugar, las empresas han cambiado. Los “jefes de personal” de antaño han dado paso a los “directores de recursos humanos” y últimamente a los “gestores de talento”, y a pesar de ponerle distinto título la función es básicamente la misma. Creo que la empresa debe tener personal, recursos o talento (insisto en que para mí es lo mismo, puesto que de lo que estamos hablando es de personas) preparado técnicamente y comprometido para ser eficaz en su trabajo. Algunas empresas se preocupan por hacer bien ese trabajo, por evaluar el potencial de cada persona para programar una formación adecuada a cada caso y conseguir el máximo rendimiento de cada uno con el paso del tiempo. Por supuesto el aumento de rendimiento tiene que ir acompañado de un reconocimiento, un aumento en la valoración, en la promoción y en la retribución.
Lamentablemente también hay muchas empresas de todo tamaño que optan por no cuidar a sus empleados, sino que prefieren lanzar mensajes contraproducentes para su plantilla y consentir injusticias manifiestas: bien permitiendo que unos hagan el trabajo y otros se lleven el reconocimiento inmerecido o la retribución, o bien anteponiendo el fichaje de algún profesional con la vitola de virtuoso antes que formar y promocionar a alguno de sus profesionales.
Volviendo al fútbol, recuerdo el caso de un importante equipo español de Segunda División y con afamada cantera que hace unos años decidió fichar a un portero para ser segundo suplente en la primera plantilla. Desde mi punto de vista estas decisiones tienen dos principales consecuencias: por una parte lanzan un mensaje demoledor a los jugadores de la cantera en el sentido de que van a tener las puertas del primer equipo cerradas hasta para ser segundo suplente, y por otra parte dejan en evidencia el trabajo de todos los responsables de la cantera; si entre todos los equipos filiales de ese club no hay ni un solo jugador que sirva para segundo suplente de portero en Segunda División es que algo se está haciendo fatal.
Pero retomando la reflexión sobre la relación empresa-trabajador, creo que también es digno de mención el cambio en nuestra sociedad en las últimas décadas porque ahí está otra de las razones por las que las vinculaciones se rompen: casi sin darnos cuenta nos hemos vuelto egoístas, hemos adoptado lo que nos interesa de los filósofos hedonistas y adquirido el discurso de que debemos valorarnos y anteponer nuestro bienestar a todo… y así nos va. Desde pequeños ya nos acostumbran a tener un concepto tan alto de nosotros mismos que nos inoculan el virus del inconformismo y –junto con él- el de la frustración al no alcanzar las metas esperadas. Nos vamos de las empresas que no nos valoran tanto como pensamos que nos merecemos, las parejas se separan porque las personas necesitan explorar nuevos espacios o tener más libertad, no queremos tener niños porque “atan” y coartan nuestra libertad y promoción profesional… rompemos con todo lo que nos suponga un esfuerzo o choque (aunque sea un roce tangencial) con nuestra libertad, nuestra proyección y nuestra ambición.
En definitiva, creo que nuestro modelo de sociedad moderna hace mucho por romper las vinculaciones, y entre ellas la de empresa-trabajador, puesto que las empresas –en líneas generales- cada vez apuestan menos por sus empleados y éstos no tienen paciencia para aguantar en una relación que no les valora.
Como siempre, tendremos que adaptarnos a las nuevas costumbres, pero creo que con el nuevo modelo perdemos todos: las empresas, los trabajadores y la sociedad en general. Conviene tener presentes dos de las recomendaciones del filósofo de la escuela hedonista Epicuro y que nuestra sociedad olvida:
No debemos arriesgar la salud, la amistad o la economía en la búsqueda de satisfacer un deseo innecesario, pues esto solo conduce a un sufrimiento futuro.
Hay que evitar por completo los deseos innaturales e innecesarios, pues el placer o satisfacción que producen es efímero.
Les dejo otro enlace a la Historia de Manuel Sanchís, otro ONE CLUB MAN en el que habla de su historia y dificultades en el Real Madrid y lo que supone ser un veterano en un club de esa dimensión.
No conozco las razones que han llevado a Messi a notificar su voluntad de salir del Barcelona, pero debería meditar si su futuro (y el de los suyos) será sustancialmente mejor en otro destino.