
Casi sin darnos cuenta hemos finiquitado otro mes más de este inolvidable 2020. En este mes de junio -que apuntillaremos la semana que viene- se cumplen 60 años de la llegada de la Fender Stratocaster a Europa. Sé que a muchos de ustedes esto les sonará a chino, pero si tienen la curiosidad suficiente, les recomiendo que disfruten con este vídeo:
Se trata de The Shadows, grupo inglés formado a finales de la década de los 50s del siglo pasado y que empezaron dando cobertura al solista Cliff Richard. En este vídeo interpretan el tema “Apache”, escrito por el compositor Jerry Lordan y que llegaría al número 1 en el Reino Unido en agosto de ese año 1960, lanzando así al estrellato a los Shadows. La particularidad de este vídeo está en la guitarra solista, que introduce un sonido absolutamente novedoso en esa época en Europa: Hank Marvin toca una mítica Fender Stratocaster, un modelo clave en gran parte de la música moderna. Algunos críticos de rock -como Nick Cohn- sostienen que este sonido de Marvin y “The Shadows” resultó el más influyente que haya tenido nunca Europa.
Si quieren conocer un poco mejor a Hank Marvin y su amor por la Stratocaster pueden leer este articulo de la revista Vintage Guitar Magazine
Aunque tanto The Shadows como Hank Marvin acreditan méritos suficientes como para dedicarles páginas y páginas, creo que la verdadera protagonista de la historia es la guitarra en cuestión y su historia; hace una se semanas les conté los inicios de Leo Fender y su pasión por el trabajo, por desarrollar nuevas ideas y productos enfocados en las necesidades de sus clientes. Si recuerdan, Leo Fender presentó su primera guitarra en 1950 (Fender Esquire) y fue perfeccionándola hasta conseguir su mejor versión en 1952 con la Fender Telecaster. Eso bien podría considerarse hoy en día un ejemplo de “Lean Startup”, puesto que tuvo una idea (hipótesis), hizo sus experimentos desarrollando el producto, midió los resultados y fue modificando y siguiendo con su trabajo hasta que alcanzó un producto “redondo”, una guitarra que era lo que el público esperaba, lo que el mercado estaba demandando.
El éxito de Fender se construyó -en mi opinión- sobre tres pilares:
- El tesón y la pasión de Leo Fender en su trabajo, contagiado a toda su organización.
- El sistema organizativo implantado en la empresa por Forrest White, en el que destacaba un sistema de calidad férreo y encomiable: cada trabajador en la cadena de producción tenía prohibido aceptar una pieza fabricada por otro compañero que no fuera perfecta. Si se detectaba una pieza defectuosa, ésta era devuelta al operario que la había fabricado y éste tendría que repararla en su tiempo libre. La filosofía era que cada operario fuera un inspector de las piezas fabricadas en etapas anteriores, se buscaba un producto excelente porque eso haría ganar dinero a todos.
- Leo Fender estaba obsesionado con escuchar la opinión y feedback de los músicos para conseguir un producto que pudiera ser fabricado en serie y al alcance de muchos.
En el caso del desarrollo de la Stratocaster, Leo escuchó con atención las críticas y comentarios que los guitarristas emitían sobre sus productos (guitarras) anteriores en cuanto a que éstas eran pesadas e incómodas, pero quizá fue Bill Carson -uno de los músicos que colaboraban activamente con Fender- quien más le influyó con sus comentarios al aconsejar disponer de 4 pastillas o micrófonos, y un puente con 6 silletas independientes y un vibrato que permitiera con su palanca subir o bajar ½ tono las notas.
Con estos conceptos captados, Leo Fender diseñó el cuerpo de la Stratocaster más ligero que el de su hermana Telecaster y con un contorno mucho más cómodo para los músicos. Decidió que 3 pastillas eran suficientes y trabajó intensamente en un complejo -a la par que efectivo- mecanismo para el puente que la dotaba del vibrato. Completó el conjunto con una preciosa pintura degradada (sunburst), un nuevo e icónico clavijero en el mástil y detalles como la toma para el cable.
El resultado fue la guitarra más popular de la historia, la más imitada, seguramente la más deseada y la más usada por los músicos en los últimos 70 años.
En este vídeo Mark Knopfler nos habla de las excelencias de la Stratocaster
Sin estar muy versado en el tema, me atrevería a afirmar que Leo Fender fue un adelantado y un precursor de la filosofía Agile, que empezó «oficialmente» en los años 90 y poco a poco va penetrando en nuestras empresas.
Como algunos de ustedes saben, la metodología Agile está indicada para entornos de alta incertidumbre (como lo eran los años de postguerra en el siglo pasado y como lo son los actuales), se basa en el “cliente-centrismo” –esto es- en ofrecer al cliente el mejor producto que se adapte a sus necesidades, y para ello dota a los empleados de autonomía para hacerles más eficientes a la vez que se consigue un mejor resultado.
Hemos visto en los últimos años auténticas revoluciones en algunas empresas: cambios de imagen, cambios organizativos, optimistas planes de negocios (basados casi siempre en cuentos de lecheras), etc… y prácticamente en la mayor parte de los casos sólo han servido para mantener la trayectoria, empeorar el rumbo o hacer desaparecer a la empresa. En nuestro afán por mejorar, nos hemos empeñado en querer cambiar el rumbo sin saber adónde ir o sin ser capaces de pilotar la nave para llegar al destino marcado. Me quedaría con el concepto de «obsesión por cambiar el modelo», amparado en la discutible afirmación de que el modelo de empresa se ha quedado antiguo.
Seguramente que podríamos enumerar muchos casos distintos y causas de los fracasos, pero en casi todos ellos creo que hay algunos factores comunes:
- No atender las necesidades del cliente.
- Mantener pesadas estructuras en los organigramas que poco aportan y lastran el buen funcionamiento de la organización. La captación, mantenimiento y fidelización de las personas precisas y correctas en cada puesto es fundamental en las empresas.
- No querer ver la realidad: el mercado no se va a adaptar a las empresas, son éstas las que deben adaptarse al mercado. O lo que es lo mismo: vivir enamorado de tu idea, no aprender de los errores.
- Abstenerse de motivar al personal, fomentando la sinceridad, la autonomía, la responsabilidad y la vocación por el trabajo en equipo.
- Eludir responsabilidades buscando excusas y chivos expiatorios que permitan seguir adelante mientras se oculta la realidad. La exigencia debe ser la misma en cada puesto de la organización, a cada uno según la función y responsabilidad que ostenta.
Como ven, aunque siempre hay una incertidumbre o un factor suerte (que más bien suele servir de excusa a los mediocres en la hora del fracaso), el funcionamiento en la empresa y en la vida se reduce al sentido común, a los 3 pilares en los que se basó Leo Fender: pasión y trabajo, organización y escuchar qué es lo que el prójimo (el mercado) espera de ti.
Para finalizar, les dejo ese vídeo en el que Hank Marvin y Mark Knopfler, dos chicos criados en Newcastle, disfrutaban sacando una bella melodía de sus Fender Stratocaster mientras un servidor se quedaba ojiplático ante aquellas guitarras rojas… hace ya muchos años.
NOTA: Publicado en LinkedIn el 26 de junio de 2020