Being Different, It`s Normal

Hay temas que -por cotidianos que sean- requieren una atención especial, una sensibilidad extrema. Nuestro transcurrir por la vida se llena de urgencias, de estreses, de preocupaciones por lo mío, por lo nuestro, por lo de los míos que nos alejan de los demás, y particularmente de los que en algún momento pueden necesitar un plus de nuestra atención.

Es paradójico cómo nuestra sociedad moderna, tan sensible a algunos graves problemas como la desnutrición o enfermedades en el tercer mundo, la inmigración o el cambio climático, parece anestesiada cuando de proteger a nuestros congéneres más cercanos se trata. Precisamente hace unos días, tomando un café con unos amigos en el trabajo, me enteraba de que en Islandia (uno de esos países nórdicos que nos suelen poner de ejemplo cívico a los países del sur de Europa) han erradicado los nacimientos de personas con Síndrome de Down, aunque si buscamos en la hemeroteca algunos medios ya anunciaron en su día a golpe de titular que “Islandia ha erradicado el Síndrome de Down”. Para ser exactos habría que precisar que ni Islandia (ni ningún otro país) ha erradicado nada de esto: simplemente desde el año 2000 se hacen pruebas de cribado combinado a las mujeres embarazadas que así lo desean (alrededor del 90%) y que dan como resultado la probabilidad de que el nasciturus cuente con una copia extra del cromosoma 21. Casi el 100% de los embarazos en los que el diagnóstico arroja una alta probabilidad de Síndrome de Down son abortados. Las estadísticas dicen que en la clasificación de esta “macabra carrera” detrás de Islandia va Dinamarca, Reino Unido, Estados Unidos (algunos estados) y resto de países en los que el aborto está legalizado. 

Supongo que cada uno tendrá su opinión que me parece respetable y no entraré a valorar. Personalmente esta situación a mí me parece terrible. 

Estamos tan ocupados y preocupados con la preparación y competencia profesional, con el éxito personal o con las modas de turno, que estamos aparcando a todo y a todos los que no consideramos interesantes, a los que no son perfectos para quienes hoy en día imponen sus cánones. Y no olvidemos que una persona con Síndrome de Down no es una persona enferma o rara sino distinta: being different, it´s normal

El vídeo que acompaña a estas líneas es elocuente. Aunque parece que data de 2015, ha llegado a mi teléfono hoy mismo cuando mi amiga Beatriz Araujo lo compartió en un grupo de WhatsApp de antiguos compañeros de instituto, y he de confesar que es de los que me conmueven, de los que hacen pensar y buscar información sobre el asunto. Está hecho por la Fundación Jérôme Lejeune, cuyo lema es: “investigar, cuidar, defender” y que fue creada en 1995 para continuar el trabajo y mantener el legado del doctor que le da nombre. Acérquense a su página web www.fundacionlejeune.essi tienen interés en conocer su trabajo.

Pero afortunadamente cada día hay más empresas que se esfuerzan por dar acomodo a personas distintas pero con igual capacidad y –sin duda- una mayor ilusión y responsabilidad para acometer su trabajo. En mi opinión no hay mejor publicidad para cualquier marca que la integridad y la transmisión de valores ejemplares, y es una lástima que una sociedad que por una parte se preocupa de ofrecer integración laboral a personas distintas en algunas de sus mejores empresas por otra parte se afane en cerrarles las puertas de acceso a esta misma sociedad.

Lo que debería hacernos reflexionar en una sociedad del Siglo XXI es por qué tenemos distintas actitudes ante la igualdad y la inclusión, por qué hay personas que merecen nacer y personas que no. De la misma manera que es indiscutible que tenemos que defender la igualdad independientemente del sexo, raza, ideología o religión no veo por qué tenemos que cortar las alas a personas iguales pero diferentes.

Naciones Unidas ha declarado el 21 de marzo “Día Mundial del Síndrome de Down”: en esa fecha tengamos un recuerdo y una reflexión para con estas personas diferentes, pero tan válidas o más que algunos de nosotros y de las que tanto podríamos aprender.

“LAS COSAS HAY QUE DECIRLAS CLARAMENTE: LA CALIDAD DE UNA CIVILIZACIÓN SE MIDE POR EL RESPETO QUE LE PROFESA AL MÁS DÉBIL DE SUS MIEMBROS. NO HAY OTRO CRITERIO PARA JUZGARLA.” DR. JÉRÔME LEJEUNE.

NOTA: Publicado en LinkedIn el 4 de marzo de 2020

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